101 Historias para compartir



101mujeres Me llamo Isabella, tengo 14 años y soy la mayor de mi familia, por eso a veces me preocupo mucho por mis hermanos menores. De grande quisiera ser doctora o tal vez abogada, así podría ayudar a las personas que no tienen recursos y pasan por situaciones difíciles.


Las historias de Regina

  • Pedir ayuda nos hace más fuertes
  • Pedir ayuda nos hace más fuertes

    Hace tiempo, una noche Isabella despertó espantada y con el corazón acelerado como si hubiera corrido un maratón. No era que estuviera soñando una pesadilla, ni que hubiera sonado la alerta sísmica que tanto la asusta; en realidad no había nada que explicara su respiración agitada ni esa sensación de que algo terrible estaba a punto de pasar. Poco a poco y sin saber cómo, esa sensación y la agitación se le fueron pasando, aunque ya no se pudo volver a dormir porque se quedó intranquila.

    Días más tarde, los nervios de la temporada de exámenes le trajeron el recuerdo de aquella noche. Obviamente no quería volver a pasar por lo mismo, pero tampoco quería contarle a nadie lo que le estaba pasando, así que, valiente como siempre había sido, decidió enfrentar sola una batalla contra algo que ni siquiera sabía bien qué era. Por más que luchaba ya no podía concentrarse en nada y cualquier cosa la alteraba —¿acaso se estaba volviendo loca?— se preguntaba. 

    Isabella Así fue cómo desarrolló un transtorno de ansiedad y sus crisis empeoraron. Había veces que sentía que se moría, un día tuvo tanto miedo que instintivamente salió corriendo de su cuarto. Afortunadamente su mamá estaba en casa y después de calmarla un poco, aprovechó que Isabella en su desesperación le pidió ayuda y la convenció de consultar a una psicóloga. Al principio Isabella no creía que la terapia pudiera resolver su problema, además le daba vergüenza y no confiaba en nadie para hablar de los miedos que rondaban en su cabeza, pero al mismo tiempo se estaba dando cuenta que guardarse sus angustias para ella misma lo empeoraba todo, así que decidió aceptar la ayuda. 

    Ahora, con el apoyo de su familia y las terapias, Isabella ha aprendido a lidiar con su miedo. Todavía tiene algunos días malos, pero ya no se aísla. Sabe detectar las situaciones que detonan su ansiedad y si se siente vulnerable respira con calma, trata de distraerse y hablar con alguien para no luchar sola. 

    Así fue como Isabella aprendió que pedir ayuda no la hace débil, al contrario, refleja que es una chica más madura que enfrenta sus problemas en lugar de solo pensar en ellos. Porque ser valiente no es no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él.

    Todas las historias

     


    Patrocinador